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Acabemos con la cultura corporativa del ego

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Más o menos desde que el mundo es mundo, la motivación humana se ha basado en el sencillo mecanismo del premio-castigo. Y hoy, cuando estamos agotando la tercera década del siglo XXI, las empresas –prácticamente todas ellas, de las más tradicionales a las más punteras– siguen recurriendo a este método para aupar y derrocar a sus recursos humanos. Empecemos por la parte más amable de la ecuación: el premio. Es muy bonito llegar a una compañía y a base de esfuerzo, talento y carisma acabar siendo un puntal, un referente, un verdadero héroe. ¿Para tus compañeros? Con suerte. ¿Para tus jefes? Con más suerte todavía. Porque ser bueno en tu trabajo no lo es todo. También tienes que ser una persona de confianza, con lo que eso conlleva. Tienes que competir por ser el más colaborativo, capaz e incansable de todos los que aspiran a llegar a algo dentro de la compañía, y si por fin logras dejarlos atrás, obtendrás tu premio. A veces es un ascenso que ni siquiera viene acompañado de una subi

Go digital, young man, go digital!

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Hay algo que impulsa a los seres humanos a explorar nuevos territorios, preferiblemente si están lejos y llenos de peligros.  Desde las indias occidentales del Renacimiento hasta el Far West del siglo XIX, arriesgar el pellejo en busca de nuevos horizontes siempre ha sido un deporte para gente joven y flamenca. ¿Amor al riesgo, fatalismo de la especie, fiebre del oro? De todo un poco, pero más bien lo tercero. Allá donde exista una oportunidad de llenar las alforjas, se lanzan los aventureros de todas las épocas, y los habitantes de este primer cuarto del siglo XXI no íbamos a ser menos. Porque somos muy conscientes de que un territorio inmenso se abre ante nuestros ojos, y que apenas hemos empezado a explorarlo. Además, sabemos que muchos de los pioneros de nuestro Eldorado se han hecho millonarios antes de los treinta años. Solo hace falta un idea original, cierta capacidad tecnológica y... yiiiiiiiiiha!!! ¿Y qué ocurre? Lo mismo que en la Fiebre del Oro: que por